Batman vs Superman: Dawn
of Justice, tal vez la película más esperada del
presente año. Los fanáticos del cine de acción y superhéroes hacían filas
kilométricas, no tanto para ser los primeros en un estreno multitudinario, sino
para demostrar su irreductible amor por todo lo que se ponga en cartelera
referente a fantasía y aventura. Estamos en el tiempo en que ser es, más que hacer,
exponerse ante las redes sociales; el autorretrato con la camiseta oficial de
la película en la larga fila ante el teatro, soportando el frío de la noche. La
crítica, cada vez más alivianada en cuestiones específicas de géneros de
ficción, atacó duramente la película de Zack Snyder y los lectores de cómics
—una población a quienes los productores se dirigen con cuidado— han empezado
campañas contra Snyder, Ben Affleck —quien interpreta a Batman y produjo la
cinta— y los propios estudios por crear una cinta que, si bien no se hundió
hasta las profundidades abisales de Catwoman
o Batman and Robin, ha encendido más
ira que culto.
Los pecados de B v S
empezaron, para muchos, con la elección de Affleck en el papel del caballero de
la noche. Menos oposición se presentó cuando Henry Cavill se vistió con el
traje azul y rojo de Superman. Los millones de Affleck le permitieron cumplir
su sueño de ser Batman, aunque el hijo de los suburbios de Chasing Amy o Good Will
Hunting carece del estilo que requiere ser un millonario como Bruce Wayne.
No hay mucho que decir sobre la actualización de ambos
superhéroes. El hombre de acero de Snyder carece de la luz y energía positiva
que representa Superman como exaltación del optimismo estadounidense; es un ser
frío, incapaz de sonreír, a quien en algunas escenas se le muestra como una
aparición divina y no como el amigable personaje de los cómics y las películas
de Christopher Reeve. Batman no se alejó mucho del universo que vimos en la
trilogía de Nolan, con la Baticueva donde lo más avanzado en tecnología se usa para
combatir el crimen —el diseño del batimóvil, por ejemplo, es casi una réplica
al de Batman Begins—. Y claro,
tenemos la aparición de Wonder Woman, posiblemente la súper heroína más
importante del mundo de los cómics, y quien, salvo por el breve seriado de
Lynda Carter en los años setenta, ha carecido siempre de una representación en
carne y hueso. La modelo israelí Gal Gadot fue la elegida para interpretar a la
amazona creada por el sicólogo William Marston. Al igual que Superman, Wonder
Woman se ha decolorado por completo a tonos de plateado y bronce, y se le ha armado
de espada y escudo.

Tantos compromisos con los productores, el poco respeto hacia los
fanáticos y menos aún ante el público general, que irá a ver la película
porque, según dictamina la cultura general, al cine de acción y fantasía se
acude a no otra cosa que a llenarnos de maíz tostado, bebernos una soda y pasar
el tiempo para no pensar en nuestra vida real hasta que salgan los créditos y
se enciendan las luces. La próxima película de Superman, de nuevo dirigida por
Snyder, está ya en plena producción, y a los fanáticos se les ha entregado
detalles sobre el proyecto de Liga de la Justicia. La meta es simple: hacer
dinero en una industria que se desmorona como el uranio. El ideal de otro
tiempo de producir adaptaciones de calidad parece haber muerto mientras se
ahonda la brecha entre el cine de entretenimiento y el así llamado cine-arte.
Dos horas y media de ruido, luces enceguecedoras, una explosión
tras la siguiente, y la siguiente y la que le sigue… Metrópolis (o Ciudad
Gótica), destruidas en esos escenarios apocalípticos que han infestado las
salas de cine desde que Michael Bay descubrió los efectos por computador,
secuencias de sueño y memorias sin aportes relevantes, y Jesse Eisenberg, actor
competente cuando se le deja trabajar, convirtió a uno de los mejores villanos
de la ficción, Lex Luthor, en un mal imitador del Joker, o tal vez del Moriarty
de la serie Sherlock.
The Dark Knight consiguió una lluvia de premios, el respeto de la crítica, la
anonadada admiración de un mundo de fanáticos y ha quedado en la memoria
colectiva como una de las mejores películas de súper héroes jamás hechas. Y si
bien las otras dos películas de la trilogía de Christopher Nolan no superaron
los elogios de esta segunda entrega, no se alejaron demasiado y han conservado
el respeto de los espectadores. ¿Cuánto tardará en aparecer el siguiente Nolan?
Tal vez en unos años, tal vez nunca.